domingo, 24 de junio de 2012

El anciano

El anciano dios contemplaba su helada morada en Vanaheim. A lo largo de milenios su sed de sangre se había calmado. Ya no era nombrado en susurros temblorosos ni se le realizaban sacrificios. Ahora sólo tenía poder unos pocos días al año y prefería ser amado. Por eso montaba en el trineo tirado por renos y la magia que portaba era dadora de luz y alegría. Por ahora.

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