Reseña publicada originalmente en Sedice.
Toma como base narrativa personajes históricos, como Roger de Flor y los almogávares y hechos reales como por ejemplo, las batallas que estos guerreros llevaron contra los turcos al servicio del emperador de Bizancio, o posteriormente la Venganza catalana. En La locura de Dios, Roger Flor hace llamar a Ramón Llull, escritor, filósofo, científico, predicador, alquimista y viajero infatigable. Ramón Llull es un hombre a la búsqueda del conocimiento en todas las ramas del saber, que podría compararse con un Leonardo da Vinci avant la letre, un personaje histórico, de los más fascinantes de la Europa medieval. Ramón Llull se convierte en el narrador de la historia, y a través de él vamos a asistir al desarrollo de la trama. Una trama que parte del descubrimiento siglos atrás del fuego griego, el arma que salvó Costantinopla del primer asedio árabe y que uniéndolo a la leyenda medieval del Preste Juan, ese rey cristiano en medio de la inmensidad de Asia, hace partir a Ramón Llull y una expedición de almogávares a la búsqueda de la desconocida capital del Preste Juan. En medio de arriesgadas aventuras cruzarán buena parte de Asia Central, teniendo encontronazos con los salvajes guerreros mongoles hasta llegar a su destino, donde nada será como habían imaginado.
A partir de ese momento el tono de la novela cambia, pasando de una novela histórica de aventuras a un steampunk con todo tipo de sorpresas, incluyendo al enemigo de los civilizados habitantes de la ciudad, El Adversario. En el combate con ese antagonista se suceden capítulos como el asedio a la ciudad, para pasar a una parte final donde se acentúa el componente de ciencia ficción. Acompañamos a Ramón Llull a la búsqueda de El Adversario, en medio de un paisaje alucinógeno que recuerdan incluso a los anillos infernales de la Divina Comedia, conociendo nuevos datos sobre la naturaleza de El Adversario e incluso sobre el origen de la raza humana.
Durante la narración somos testigos del contraste entre la mentalidad religiosa y oscurantista de un personaje medieval, incluso tratándose de un hombre tan avanzado a su época como Ramón Llull, que intenta unir su profunda fe con la verdad de la ciencia, pero no puede dejar de sentirse perplejo ante las ideas y el avance científica de la ciudad perdida.
En definitiva una novela escrita por un autor español que triunfa en el extranjero, que aúna aventura, narrativa histórica, historia alternativa, ciencia ficción, y sentido de la maravilla, un contador de historias con un objetivo, entretener al lector. Conmigo lo ha conseguido.
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